EL PODER DE LAS IDEAS
Por: Maurice Nicoll
La observación de sí no puede acrecentarse sin la
ayuda de las ideas del trabajo.
Afortunadamente, la Enseñanza del Trabajo nos procura muchos
ángulos desde los cuales es posible observarse a sí mismo.
No es posible observarse a sí mismo si se carece de un
punto de vista desde el cual observarse.
Es preciso, por así decirlo, salir fuera de sí para
observarse a sí mismo —de otro modo se es uno mismo tal como se es—. ¿Es claro?
El aumento de conciencia de uno mismo, que es el primer
propósito del Trabajo, significa adentrarse más en sí mismo, para ver así lo que
está enfrente de sí mismo —esto es, lo que se tomó como a sí mismo—.
Seguir este rumbo, como es sabido, es adentrarse hacia
los Centros Superiores, a través de las partes superiores de los centros
ordinarios.
Esta dirección, que se logra por medio de una
creciente observación de sí, lleva lentamente a un acrecentamiento de
conciencia tanto de lo que se es ahora como de lo que se ha sido.
Todo ello conduce a la única posibilidad de cambio.
Ahora bien, este proceso, este hacerse más
profundamente consciente de sí mismo y verse incesantemente a sí mismo a una
luz enteramente nueva, a la luz del trabajo, es llamado despertar.
Se asemeja a avanzar en el interior de un territorio
contra un enemigo donde aquí y allá hay puntos tenazmente defendidos a los que
hay que rodear y que sólo pueden ser reducidos lentamente.
Este adentrarse en sí mismo es llamado en El trabajo despertar.
Lo que El Trabajo enseña aquí es muy claro y es preciso
aprehenderlo.
Está expresado también en los Evangelios, pero
oscuramente.
El Trabajo dice que ante todo el hombre ha de
despertar.
Esto exige largo tiempo.
Una vez que ha despertado debe morir. (Morir en sus
“yoes”).
Cuando muere entonces puede re-nacer.
Hay tres etapas en el re-nacer —esto es, en la
transformación—.
No hay otro camino.
En nosotros el bien y el mal sólo pueden ser vistos
por la percepción emocional a la luz del trabajo.
Ahora bien, esta noche deseo hablarles sobre la necesidad
de las ideas del Trabajo en las largas etapas del despertar, pues si no tenemos
ideas desde las cuales observarnos a nosotros mismos nos será imposible
despertar del sueño inducido por la vida desde hace tanto tiempo, desde la
infancia.
El sueño provocado por la vida ha sido formado por las
ideas de vida en las que hemos nacido, y para despertar necesitamos ideas
provenientes de otra fuente.
No se puede despertar de la fantasía con más fantasía.
Es preciso encontrar un antídoto para la fantasía que
nos permita despertar del poder que ejerce sobre nosotros.
¿Cómo se puede despertar de la vida por medio de la
vida?
Cómo se puede despertar de lo que la vida ha
construido en uno mismo por medio del ejemplo, la sugestión, la imitación, la
imaginación, a menos que se tenga otro sistema de ideas que no
pertenezcan a la vida.
Como es sabido, el sueño de la humanidad se debe a una
razón cósmica y cada moda, cada periodo de vida actúa sobre el hombre.
Sólo la enseñanza puede despertarnos, sólo las ideas
provenientes de aquellos que en todas las épocas venciendo el hipnotismo de la
vida han llegado a ser más conscientes y han encontrado el camino que permite
salir de la prisión donde todos vivimos sin darnos cuenta de ello —la prisión
del "hipnotismo cósmico"— es prisión de nosotros mismos que fue
establecida mecánicamente.
Ahora bien, para liberarse de la prisión que la vida
ha construido en nosotros por medio de las ideas de todo lo que hemos imitado y
absorbido, tal como se dijo, son necesarias nuevas ideas, y por eso una nueva
perspectiva.
La idea de que no somos un solo 'Yo', sino muchos
'Yoes' contradictorios, es una de las ideas de Trabajo que tienen su punto de
partida en la puerta de la prisión donde estamos confinados sin darnos cuenta
de ello —y para empezar es preciso darse cuenta de ello.
La idea de que no es una unidad es una idea que está
fuera de las ideas implantadas por la vida en el hombre.
Empero, son escasas las personas que pondrán en
práctica esa idea aunque la hayan oído muchas veces porque creen ser una sola y
misma persona.
Más allá de la prisión de nosotros mismos en la cual
estamos confinados sin saberlo, hay una serie de ideas que pueden conducirnos a
la libertad una vez que se las comprende correctamente.
Las ideas de liberación que nos rodean fuera de la
prisión se refieren a nosotros mismos y no a las condiciones materiales.
Estamos rodeados por ideas
liberadoras, ya sea que las sintamos o no.
Si se tiene un Centro Magnético, sentimos la
existencia de las ideas liberadoras.
Pero a veces creemos que están en alguna escuela
distante, en el Tibet por ejemplo.
Por cierto, la enseñanza de las ideas liberadoras se
imparte quizás en alguna escuela lejana, pero si fuera a esa lejana escuela
hallaría que esas ideas liberadoras no están en la escuela sino que su acción
estriba en el efecto que ejercen sobre usted y la respuesta que usted les
da.
Las escuelas —las escuelas esotéricas— nos transmiten
ideas que pueden liberarnos.
Esas ideas provienen de aquellos que se han liberado y
ese conocimiento siempre fue transmitido.
Pero las ideas que enseñan son similares a las ideas
enseñadas por El Trabajo.
El Trabajo enseña ideas liberadoras, pero la acción de
dichas ideas no será efectiva a menos que una persona reflexione sobre
ellas y sienta que debe aplicarlas a sí misma.
La ilusión de que existe una educación superior y que
basta recibir su enseñanza para alcanzar un nuevo estado es muy errada.
No hay posibilidad de redención para ninguna persona
en esas escuelas de enseñanza a no ser que aprenda, comprenda y ponga
en acción la enseñanza que le es impartida.
En los Evangelios se dice: "El reino de Dios no
vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí o helo allí, porque he aquí que el
reino de Dios está entre vosotros".
No es algo que está fuera y a lo que basta unirse para
ser liberado.
Cuando se dice en los Evangelios que el Reino de Dios
o el Reino de los Cielos está dentro del hombre, se quiere decir con ello un
estado en el que el hipnotismo de la vida ya no obra más y que está investido
de la influencia de ideas provenientes de una fuente por completo diferente.
Maurice
Nicoll
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