COMPRENSIÓN POÉTICA
DEL MUNDO
Cada pensamiento del hombre, al hacérselo evolucionar, penetra en el
mundo interior, y se convierte en una entidad activa asociándose —podríamos
decir que fundiéndose— con un elemental —es decir, con una de las fuerzas
semi-inteligentes de los reinos.
Si por el momento
dejamos de lado la última parte de esta cita y sólo tomamos la primera, veremos
que, ciertamente, el "hombre de ciencia" no admite la diferencia en
la calidad de energía que gastan dos hombres que caminan — uno hacia su trabajo
y el otro a formular una denuncia contra alguien.
Para la ciencia, esta
diferencia no es discernible.
La ciencia no lo
siente ni lo reconoce.
Pero tal vez, en
realidad, esta diferencia sea más profunda todavía y consista no sólo en la
diferencia entre géneros de energía, sino en la diferencia entre los hombres,
uno de los cuales puede desarrollar energía de un género y el otro, energía de
otro género.
Y nosotros poseemos
una forma de percepción que
siente perfectamente esta diferencia, la entiende y conoce.
Estoy hablando del
arte.
Un músico, un pintor
y un escultor entienden perfectamente que es posible caminar de modo diferente;
más que eso: que es imposible caminar en el mismo sentido.
Un obrero y un espía
caminan de modo diferente.
La persona que mejor
entenderá esto, al menos debería entenderlo mejor, es un actor.
Un poeta entiende que
el mástil de un barco, una horca y una cruz se fabrican, con diferente madera.
Entiende la
diferencia entre una piedra del muro de una iglesia y una piedra del muro de
una prisión.
Oye "las voces
de las piedras", entiende el idioma de los antiguos muros", de los
túmulos, de las ruinas, de los ríos, bosques y llanuras.
Oye la voz del silencio, entiende la
diferencia psicológica de los silencios, comprende que el silencio puede ser
diferente.
Y esta comprensión poética del mundo debe desarrollarse,
fortalecerse y reforzarse, porque sólo a través de ella ENTRAMOS EN CONTACTO con
el mundo verdaderamente real.
Y en el mundo real,
detrás de los fenómenos que nos parecen iguales, se ocultan a menudo fenómenos
tan diferentes que sólo NUESTRA CEGUERA puede explicar nuestra idea de su
semejanza.
Una de las ideas que
deberá, pues, resultar FALSA es la idea corriente de la semejanza e igualdad de
los hombres.
En realidad, la
diferencia entre el "verdugo", el "marinero" y el Santo no
es una accidental diferencia de posición, status y herencia, como el
materialismo se empeña en persuadirnos, ni es la diferencia entre distintos grados
de una misma evolución, como lo afirma algunos, sino una diferencia profunda e
insalvable, como la que existe entre homicidio, trabajo y rezar, pertenecientes
a mundos enteramente diferentes.
Los representantes de
estos mundos nos pueden parecer hombres similares porque, en realidad no los
vemos a ellos sino meramente a sus sombras.
Es necesario que nos
acostumbremos a pensar en esto y a establecer firmemente el hecho de que esta
diferencia no es metafísica sino perfectamente real; en realidad, más real que
muchas diferencias visibles de cosas y fenómenos.
Efectivamente, todo
arte consiste en entender y representar estas diferencias huidizas.
El mundo fenoménico
es meramente material para un artista (como lo son los colores para el pintor y
los sonidos para el músico); es el medio a través del cual el artista entiende
y por el que expresa lo que él entiende acerca del MUNDO NEUMÓNICO.
En nuestra actual
etapa evolutiva, para percibir al mundo de las causas, no contamos con otro
medio que sea tan potente como el que el arte contiene.
Ouspensky
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