miércoles, 11 de febrero de 2015

COMPRENSIÓN POÉTICA DEL MUNDO

COMPRENSIÓN POÉTICA DEL MUNDO

Cada pensamiento del hombre, al hacérselo evolucionar, penetra en el mundo interior, y se convierte en una entidad activa asociándose —podríamos decir que fundiéndose— con un elemental —es decir, con una de las fuerzas semi-inteligentes de los reinos.

Si por el momento dejamos de lado la última parte de esta cita y sólo tomamos la primera, veremos que, ciertamente, el "hombre de ciencia" no admite la diferencia en la calidad de energía que gastan dos hombres que caminan — uno hacia su trabajo y el otro a formular una denuncia contra alguien.

Para la ciencia, esta diferencia no es discernible.

La ciencia no lo siente ni lo reconoce.

Pero tal vez, en realidad, esta diferencia sea más profunda todavía y consista no sólo en la diferencia entre géneros de energía, sino en la diferencia entre los hombres, uno de los cuales puede desarrollar energía de un género y el otro, energía de otro género.

Y nosotros poseemos una forma de percepción que siente perfectamente esta diferencia, la entiende y conoce.

Estoy hablando del arte.

Un músico, un pintor y un escultor entienden perfectamente que es posible caminar de modo diferente; más que eso: que es imposible caminar en el mismo sentido.

Un obrero y un espía caminan de modo diferente.

La persona que mejor entenderá esto, al menos debería entenderlo mejor, es un actor.

Un poeta entiende que el mástil de un barco, una horca y una cruz se fabrican, con diferente madera.

Entiende la diferencia entre una piedra del muro de una iglesia y una piedra del muro de una prisión.

Oye "las voces de las piedras", entiende el idioma de los antiguos muros", de los túmulos, de las ruinas, de los ríos, bosques y llanuras.

Oye la voz del silencio, entiende la diferencia psicológica de los silencios, comprende que el silencio puede ser diferente.

Y esta comprensión poética del mundo debe desarrollarse, fortalecerse y reforzarse, porque sólo a través de ella ENTRAMOS EN CONTACTO con el mundo verdaderamente real.

Y en el mundo real, detrás de los fenómenos que nos parecen iguales, se ocultan a menudo fenómenos tan diferentes que sólo NUESTRA CEGUERA puede explicar nuestra idea de su semejanza.

Una de las ideas que deberá, pues, resultar FALSA es la idea corriente de la semejanza e igualdad de los hombres.

En realidad, la diferencia entre el "verdugo", el "marinero" y el Santo no es una accidental diferencia de posición, status y herencia, como el materialismo se empeña en persuadirnos, ni es la diferencia entre distintos grados de una misma evolución, como lo afirma algunos, sino una diferencia profunda e insalvable, como la que existe entre homicidio, trabajo y rezar, pertenecientes a mundos enteramente diferentes.

Los representantes de estos mundos nos pueden parecer hombres similares porque, en realidad no los vemos a ellos sino meramente a sus sombras.

Es necesario que nos acostumbremos a pensar en esto y a establecer firmemente el hecho de que esta diferencia no es metafísica sino perfectamente real; en realidad, más real que muchas diferencias visibles de cosas y fenómenos.

Efectivamente, todo arte consiste en entender y representar estas diferencias huidizas.

El mundo fenoménico es meramente material para un artista (como lo son los colores para el pintor y los sonidos para el músico); es el medio a través del cual el artista entiende y por el que expresa lo que él entiende acerca del MUNDO NEUMÓNICO.

En nuestra actual etapa evolutiva, para percibir al mundo de las causas, no contamos con otro medio que sea tan potente como el que el arte contiene.

Ouspensky





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