EL EJERCICIO
HERMÉTICO
El ejercicio
hermético está obviamente destinado a cambiar nuestra psicología del 'momento
presente', por medio de un cambio en el factor del tiempo y una consecuente
expansión de la conciencia que abarque toda
la vida.
Sugiere que el
'propio desarrollo', es, en parte, un desarrollo hacia el tiempo.
UN ERRADO SENTIR DEL
SER………
De suerte que podemos
comprender que nuestra aparente
relación con el tiempo nos da UN ERRADO SENTIR DEL SER.
El amor propio es UN
ERRADO SENTIMIENTO DEL SER, para poder empezar a alterarlo ha de sentirse
primero la viviente vida.
AGREGAR UNA DIMENSIÓN
AL SENTIR DE UNO MISMO………
El efecto psicológico
que produce EL AGREGAR UNA DIMENSIÓN AL SENTIR
DE UNO MISMO es algo que no se puede hacer a un lado.
UN SENTIDO DEL TIEMPO
VIVO………
Digo únicamente que
el amor propio está conectado con nuestro sentido ordinario del tiempo, y que
el ejercicio hermético está destinado a darnos un sentido del tiempo vivo.
UNA PRESIÓN MÁS
CONSTANTE………
Pero el amor propio
requiere un ambiente más agudo y UNA PRESIÓN MÁS CONSTANTE a fin de poder
transformarlo, requiere algo más de lo que son nuestros pensamientos.
Se conecta particularmente
en el sentido de la existencia en el momento presente y en la vida visible de
las apariencias y de los sentimientos del yo que le son relativos.
Parecemos ser
meramente cuerpos que existen en el momento presente.
Conectamos estos
cuerpos con los acostumbrados sentimientos del yo.
Y así respondemos al
momento y al acontecimiento, con muy poco o ningún fondo.
EL EJERCICIO HERMÉTICO………
El ejercicio
hermético tiene como finalidad producir este fondo, al hacer que el lado invisible de los cosas devenga real.
Podemos modificar
nuestra psicología del momento presente tan sólo mediante LAS CONCEPCIONES QUE
TENGAMOS DE LO INVISIBLE.
Tal cual son las
cosas, lo que en el momento nos sucede ejerce una influencia sobre nosotros.
Y a cada alteración
que se produce en nuestra psicología basada en este momento presente le damos
el sentimiento del yo.
Y así tenemos una
psicología momentánea contra la
cual, seguramente, se dirige el ejercicio hermético.
ENTRE EL FUE, EL ES Y
EL SERÁ………
Sostengo que esta
psicología momentánea, a la que tan poderosamente entra el amor propio, DESCANSA
EN PARTE, si no fundamentalmente, en la distinción que hacemos entre el fue, el es y el será.
NUESTRA CREENCIA EN
EL TIEMPO QUE PASA………
O sea que descansa en
NUESTRA CREENCIA EN EL TIEMPO QUE PASA, y que hace que únicamente el instante
sea el sitio de la vida.
El resultado es un
punto de reacción que se destaca en exceso, y que siempre varía.
Esto no puede
proporcionarnos un punto de partida para la unificación o la integración; y,
en realidad, no podría hacerlo.
En los tiempos
antiguos se enseñó a menudo que el hombre se encuentra en un estado de división, un estado de confusión.
El hombre no es uno,
sino muchos.
La verdadera
filosofía se ha definido como 'aquello que sabe cómo unificarlo', o sea que la
filosofía consideraba que la integración del hombre es posible.
La integración
significa aunar las diferentes partes en un todo, y así llegar a ser algo pleno
o completo.
Significa llegar a
estar unido, a ser uno; y para esto hacen falta ideas extrañas a nuestra desintegrada psicología.
Veamos algunas de las
descripciones de la múltiple naturaleza del hombre, teniendo presente que
cometeremos un grave error si suponemos poseer ya 'unidad' de una manera
natural.
Sinesio (siglo IV)
describió nuestro estado ordinario diciendo: '...el hombre no es un objeto
sencillo, ni volcado en un solo modelo, sino que Dios ha hecho morar en la
constitución de la criatura humana una legión de fuerzas mezcladas y de
poderosas voces.
Creo que nosotros
somos un monstruoso animal, aún más extraordinario que la hidra y con un mayor
número de cabezas.
Pues no es la misma
parte de nuestra naturaleza con la que pensamos y deseamos, sentimos dolores o
sufrimos cólera, ni proviene nuestro temor de la misma fuente que nuestro
placer.
Bien se puede
observar como hay en estos órganos un elemento masculino y uno femenino, y que
hay valor así como hay cobardía.
Hay, en verdad, toda
suerte de opuestos dentro de nosotros, y cierta fuerza media de la naturaleza
que corre a través de ellos y que llamamos mente. (Agustino Fitzgerald,
Sinesio: sobre los reyes en la
obra los ensayos e himnos de Sinesio
el Cirineo).
La múltiple
naturaleza del hombre la describe Plutarco diciendo que '...cada uno de
nosotros está hecho de diez mil estados diferentes y sucesivos, de un montón de
unidades, de una multitud de individuos'.
Y Plutarco subraya
que, careciendo de unidad, nosotros nunca verdaderamente somos.
Y que tampoco podemos
sentir el ahora.
'apretujamos el ahora en el futuro o en el pasado,
como si tratásemos de ver algún punto que necesariamente pase a la derecha o a
la izquierda'.
Esto se describe muy
bien en un artículo recientemente publicado:
'una persona es una
asamblea.
Esta asamblea
consiste de muchas dramatis personae
llegadas de todas partes, animadas por distintas inclinaciones y que persiguen
distintos fines.
Algunas veces suele
levantarse una de ellas, pronuncia un discurso o hace una obra; luego se sienta
y permanece en silencio, sin moverse, en tanto que otra a su vez, habla y
obra.
Otras veces son
varios los personajes que se levantan juntos, se apoyan los unos a los otros en
sus discursos y combinan sus actividades.
A menudo también
aquellos que se levantan no están de acuerdo entre sí, discuten ferozmente,
pelean, se anatematizan los unos a los otros.
A veces la asamblea
se torna tumultuosa, y todos los miembros se ponen de pie y pelean
frenéticamente.
Esto es una persona,
y así es como es cada uno de nosotros'.
Y puesto que somos
una asamblea, el desarrollo interior y el logro de la unidad no pueden tomarse
como cosas o hechos separados.
Lo uno necesariamente
implica lo otro.
'A menos que logre
una unidad interior, el hombre no puede tener un yo, no puede tener voluntad.
El concepto de
"voluntad" en relación a un hombre que no ha logrado una unidad
interior es completamente artificial.
La totalidad de la
vida está hecha de pequeñeces a las que obedecemos y servimos continuamente.
Nuestro yo cambia como un caleidoscopio.
Cada acontecimiento
externo que nos toca, cada emoción que surge súbitamente, se convierte en el
califa de una hora, comienza a construir y a gobernar y, a su vez, queda
inesperadamente depuesto y le reemplaza alguna otra cosa.
y la conciencia interior,
sin tratar de dispersar los ilusorios designios creados por la agitación del
caleidoscopio, y sin comprender que en realidad el poder que decide y actúa no
es ella misma, lo aprueba todo y se refiere a estos momentos de la vida en que
hay diferentes fuerzas externas en movimiento, diciendo: 'esto es yo, esto es yo'. (Ouspensky:
un nuevo modelo del universo).
Maurice Nicoll
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