miércoles, 11 de febrero de 2015

IDEALISMO CRITICO

IDEALISMO CRÍTICO
KANT

¿Cuando pensamos en conceptos, ya pensamos fuera del tiempo y del espacio?

Aunque no nos demos de esto una explicación muy clara, por lo general, pensamos en tiempo y espacio sólo mediante representaciones; pero cuando pensamos en conceptos, ya pensamos fuera del tiempo y del espacio.

A su criterio Kant lo llamaba idealismo crítico.

El idealismo de Kant reconoce la existencia de un mundo de causas aparte de nosotros, pero afirma que no podemos percibir este mundo a través de la percepción de los sentidos, y que, en general, todo lo que vemos es nuestra propia creación, el "producto del sujeto perceptor".

Así, de acuerdo con Kant, todo lo que hallamos en los objetos es puesto dentro de ellos por nosotros.

No sabemos a qué se parece el mundo independientemente de nosotros.

Además, nuestra concepción de las cosas nada tiene en común con las cosas como son en sí mismas, aparte de nosotros.

Y, lo que es más importante que todo, nuestra ignorancia de las cosas en sí mismas no se debe a nuestro conocimiento insuficiente sino al hecho de que somos totalmente incapaces de tener un conocimiento correcto del mundo por medio de la percepción de los sentidos

Para expresarlo de modo diferente, es incorrecto decir que aún sabemos poco pero que luego sabremos más y, al final, llegaremos a una comprensión correcta del mundo; es incorrecto porque nuestro conocimiento experimental no es una brumosa representación del mundo real; es una representación muy vivida de un mundo enteramente irreal, que surge alrededor de nosotros en el momento de nuestro contacto con el mundo de las causas verdaderas, que no podemos alcanzar porque hemos perdido nuestro camino en el mundo "material" irreal.

Así, la expansión del conocimiento objetivo nos trae más cerca de la cognición de las cosas en sí mismas o de las causas verdaderas.

En “Crítica de la Razón Pura”, Kant dice:

Nada que sea intuido en el espacio es una cosa en sí misma, y el espacio no es una forma que pertenezca como propiedad a las cosas; sino que los objetos son enteramente desconocidos para nosotros en sí mismos, y lo que llamamos objetos externos no son nada más que meras representaciones de nuestra sensibilidad, cuya forma es el espacio, pero cuya correlación real, la cosa en sí, no se conoce por medio de estas representaciones ni podrá conocerse jamás, pero respecto de la cual, en la experiencia, no se efectúa jamás una indagación...

Las cosas que intuimos no son en sí mismas lo mismo que nuestras representaciones de ellas en la intuición, ni sus relaciones en sí están de tal modo constituidas como nos parecen: y si quitamos el sujeto, o siquiera solamente la constitución subjetiva de nuestros sentidos en general, entonces desaparecen no sólo la naturaleza y las relaciones de los objetos en el espacio y el tiempo, sino inclusive el espacio y el tiempo mismos...

Es enteramente desconocido para nosotros cuál sea la naturaleza de los objetos considerados como cosas en sí mismas y sin referencia a la receptividad de nuestra sensibilidad.

No sabemos nada más que nuestro modo de percibirlos...

Suponiendo que debemos llevar nuestra intuición empírica (percepción sensorial) incluso hasta el grado más elevado de claridad, de ese modo no deberíamos avanzar un solo paso más cerca del conocimiento de la constitución de los objetos como cosas en sí mismas...

Decir, pues, que toda nuestra sensibilidad no es sino la representación confusa de cosas que contienen exclusivamente lo que les pertenece como cosas en sí mismas, y esto bajo una acumulación de marcas características y representaciones parciales que no podemos distinguir en la consciencia, es una falsificación de la concepción de la sensibilidad y la fenomenización, que torna de ese modo a toda nuestra doctrina en vacía e inútil.

La diferencia entre una representación confusa y una clara es meramente lógica y nada tiene que ver con el contenido.

Ouspensky




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