ETERNIDAD
¿Qué es la eternidad?
La eternidad no es
una extensión infinita del tiempo, sino una línea perpendicular al tiempo; pues, si la eternidad existe,
cada momento es eterno.
La línea del tiempo
avanza en el orden de secuencia de los acontecimientos de acuerdo con su
interdependencia causal — primero la causa, luego el efecto: antes, ahora,
después.
La línea de la
eternidad avanza en una dirección perpendicular a esta línea.
Es imposible entender
al tiempo sin formarse una idea de la eternidad, tal como es imposible entender
el espacio sin la idea del tiempo.
Desde el punto de
vista de la eternidad, el tiempo de ningún modo difiere de las otras líneas y
extensiones del espacio: largo, ancho
y alto.
Esto significa que
tal como el espacio contiene cosas que no vemos o, para expresarlo de modo
diferente, más cosas existen de las que vemos, así, en el tiempo, los
"acontecimientos" existen antes de que nuestra consciencia entre en
contacto con ellos, y existen aún después que nuestra consciencia se retiró de
ellos.
En consecuencia, la
extensión en el tiempo es la
extensión en un espacio desconocido y, por tanto, el tiempo es la cuarta
dimensión del espacio.
Debemos examinar la
cuestión del tiempo como un concepto
espacial, relativo a nuestros dos datos: la vida universal y nuestra
vida interior.
La idea del tiempo
surge de nuestra cognición del mundo a través de la percepción de los sentidos.
Ya se señaló que,
debido a las propiedades de nuestra percepción sensorial, vemos al mundo como
si fuese a través de una estrecha ranura.
Esto origina varias
cuestiones.
1. ¿Por qué existe el
movimiento aparente en el mundo?
En otras palabras,
¿por qué no siempre vemos la misma
cosa a través de esta ranura?
¿Por qué tienen lugar
cambios detrás de la ranura, que crean la ilusión del movimiento, o sea, cómo y
por qué el foco de nuestra percepción se nos muda de un sitio al otro en el
mundo de los fenómenos?
Además, no debemos
olvidar que a través de la misma ranura por la que vemos el mundo también nos
miramos y vemos en nosotros cambios similares a los cambios en todo lo demás.
2. ¿Por qué no
podemos ampliar esta ranura?
Es esencial tratar de
contestar estas preguntas.
Debe notarse, primero
que todo, que dentro de los límites de nuestra observación ordinaria, nuestra
percepción permanece siempre en las mismas condiciones y no puede salir de
estas condiciones.
Para expresarlo de
modo diferente, parece encadenada en algún género de plano encima del cual es
incapaz de elevarse.
A estas condiciones o
a este plano los llamamos materia.
Nuestra vida interior
corriente avanza en un plano definido (de la consciencia o la materia) y nunca
se eleva por encima de él.
Si nuestra percepción
pudiera elevarse por encima de este plano, muy ciertamente vería debajo, de
modo simultáneo, una cantidad mucho mayor de acontecimientos que los que
habitualmente ve desde su posición en el plano.
Si un hombre escala
una montaña o sube en un globo, ve simultáneamente
y a la vez muchísimas cosas que es imposible ver simultáneamente y a la
vez cuando está en la tierra: el movimiento de dos trenes uno hacia el otro,
que deberá tener por resultado un choque frontal; la aproximación de un
destacamento enemigo a un campamento que duerme; dos ciudades separadas por una
cordillera, etc.
Así también en este
caso, la percepción que se eleva por encima del plano de la consciencia en el
que habitualmente vive debería ver simultáneamente fenómenos que, para la
percepción corriente, son separados por períodos
de tiempo.
Estos serían
fenómenos que la consciencia ordinaria nunca ve juntos como causa y efecto; por ejemplo, trabajo y paga;
delito y castigo; el movimiento de trenes uno hacia el otro y el choque; la
aproximación del enemigo y la batalla; la salida del sol y el ocaso; la mañana
y la tarde; el día y la noche; primavera, verano, otoño e invierno; el
nacimiento y la muerte de un hombre.
Con este ascenso, el
ángulo de visión se ampliará, el momento
se expandirá.
Si imaginamos la
percepción que tiene lugar en un nivel por encima de nuestra consciencia, y que
posee un ángulo más amplio de visión, esta percepción podrá captar como algo
simultáneo, o sea como un solo
momento, todo lo que para nosotros
tiene lugar en cierto periodo de tiempo, un minuto, una hora, un día, un
mes.
Dentro de los límites
de su momento tal percepción
será incapaz de separar antes, ahora y
después: para ella, todo esto será ahora.
Ahora se expandirá………
Pero, para que esto
tenga lugar es necesario que seamos capaces de librarnos de la materia, porque
la materia no es otra cosa que las condiciones del tiempo y del espacio en que
vivimos.
Se suscita la
cuestión:
¿Podrá la consciencia
ir más allá de las condiciones de una existencia material dada sin experimentar
ella misma un cambio fundamental, o sin desaparecer por completo en el sentido
corriente como dirían los “positivistas” materialistas?
Esta es una cuestión
muy debatible.
Más tarde, daré
ejemplos y argumentos en favor de esta idea de que nuestra consciencia puede
salir de las condiciones de una materialidad dada.
Ahora quiero
establecer qué debería tener lugar cuando
ella efectivamente sale.
El resultado debería
ser precisamente la expansión del
momento: todo lo que percibimos en el tiempo se convertiría en un solo momento en el que el pasado,
el presente y el futuro serian visibles
todos a la vez.
Esto muestra la
relatividad el movimiento, en la medida en que para nosotros depende de las limitaciones del momento, y este
momento incluye solamente una pequeña
parte de las impresiones de la vida que admitimos.
De modo que tenemos
todo derecho para decir que en vez de que el "tiempo" se deduzca del
"movimiento", es el movimiento el que se siente debido al sentido del tiempo.
Tenemos este sentido:
en consecuencia sentimos el movimiento.
El sentido del tiempo
es el sentido de los momentos sucesivos.
Si no tuviéramos
sentido del tiempo, no sentiríamos el movimiento.
Pero el sentido mismo
del tiempo es la frontera o la superficie
de nuestro "sentido del espacio".
Donde termina el
"sentido del espacio", empieza el "sentido del tiempo".
Se aclaró que, en sus
propiedades, el "tiempo" es idéntico al "espacio", o sea,
posee todos los atributos de la extensión
del espacio.
Empero, no lo
sentimos como extensión del espacio, sino que lo sentimos como tiempo, o sea, como algo especifico,
inexpresable en cualesquiera otras palabras, ligado indisolublemente con el
movimiento.
Esta ineptitud para SENTIR
ESPACIALMENTE al tiempo se debe al hecho de que nuestro sentido del tiempo es un
sentido nebuloso del espacio: con nuestro sentido del tiempo sentimos
oscuramente aquellas nuevas características del espacio que trascienden la
esfera de las tres dimensiones.
¿Qué es el sentido
del tiempo y por qué surge la ilusión del movimiento?
El único modo de
contestar esta pregunta de manera más o menos satisfactoria es mediante el
estudio de las formas y niveles de nuestra vida interior.
Además, nuestra vida
interior es un fenómeno complejo dentro del cual hay también movimiento
constante.
Acerca de la
naturaleza de este movimiento hablaré luego, pero es este movimiento en
nosotros el que crea la ilusión del movimiento alrededor de nosotros, o sea,
del movimiento en el mundo material.
El célebre matemático
Riemann comprendió que, con respecto a esta cuestión de las dimensiones
superiores, de algún modo el tiempo se traduce en espacio, y consideró al átomo
material como LA ENTRADA de la cuarta dimensión en el espacio tridimensional.
En uno de sus libros,
Hinton tiene interesantísimas cosas que decir acerca de la "ley de las
superficies".
Esta relación de una superficie con un sólido o
de un sólido... con un sólido superior, es una relación que encontramos con
frecuencia en la naturaleza.
Ouspensky
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