EL TIEMPO ES UNA
DIMENSIÓN
La idea es que el tiempo es una
dirección que verdaderamente existe, una dimensión continente del mundo.
De ordinario pensamos
que el mundo es una bola en el espacio.
Lo es, pero en un
espacio de tres dimensiones y en el fragmento del tiempo que llamamos este
instante, este momento presente.
Pero no puede ser así
en un espacio de cuatro dimensiones.
Si pensamos que el
tiempo es una dirección real, pero invisible, en la que todas las cosas tienen
una extensión, es menester que haya otro aspecto de cuanto vemos y que esté
contenido en tal dirección.
Desde este punto de
vista el mundo no solamente existe en el conocido espacio del momento
presente, sino que también existe en la dimensión del tiempo mismo.
Hay un Mundo-Tiempo, o un mundo en el
tiempo, o sea en un espacio de más dimensiones que las que registran nuestros
sentidos.
Nosotros tocamos este
espacio superior en un punto, y este punto es el momento presente.
Pero fuera de este
punto momentáneo y en el que el mundo visible se hace tan obvio a los
sentidos, parece que no hubiese nada más; al menos, así le parece a nuestro
entendimiento natural; parece que damos con un vacío, que no hay ningún otro
espacio o lugar o ninguna otra clase de habitación para la existencia.
Los acontecimientos
penetran en este diminuto punto del presente
¿De dónde vienen?
Si seguimos este tren
de pensamiento veremos que vienen de la dirección del tiempo en si, y que el
tiempo mismo se mueve a través de nosotros, o nosotros a través de él, y así se
produce la ilusión del tiempo que
pasa.
De suerte que a fin
de poder pensar a “el tiempo en si” hemos de pensar en la
dirección en que yacen los acontecimientos de ayer y de mañana.
Hemos de pensar
acerca del mundo no solamente extendido en el espacio, sino que también extendido en la dimensión del tiempo,
en otro espacio, en un espacio superior.
De esta suerte, todo
cuanto vemos en el mundo de ahora es también algo que es parte del Mundo del
tiempo.
También todo es una
'línea del mundo', en un espacio superior.
Nada hay que sea tan
sólo un objeto tridimensional en el momento presente como parece serlo, según
nuestra comprensión sensual.
Nuestras vidas son
acontecimientos extendidos en este espacio superior.
Nuestra existencia
perceptible es un aspecto de nuestra existencia, una fracción de ella, y el
sentido usual que tenemos de nosotros mismos es tan sólo un caso particular de
sus posibles formas.
Es evidente que al
ajustar el espacio superior sobre el espacio inferior revertimos nuestra
manera de pensar.
Nos relaciona con
otra manera.
Desde este punto de
vista, el impulso de los fenómenos visibles no crea fenómenos nuevos.
Los fenómenos nuevos
son el resultado de la entrada de la cuarta dimensión al mundo de tres
dimensiones de nuestra experiencia, de la entrada del espacio superior al
inferior.
Podemos pensar desde
el punto de vista natural que nos proporciona los sentidos, o desde un punto
de vista completamente distinto y que se basa en la existencia de dimensiones
superiores.
Uno responderá a ciertas
interrogaciones, y el otro a otra.
Uno nos relacionará
con la vida de una manera esencial, y el otro de una manera distinta, de una manera adicional que nos proporciona
puntos de vista que no podríamos derivar de una experiencia empírica.
Si aceptamos las
dimensiones superiores, comprenderemos que la verdad no puede ser una y la
misma en todos los estados de conciencia.
Se sentirá algo de
aquella realidad relativa que mencionamos al describir el sistema de ERIGENA.
Maurice Nicoll
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