LA MENTE
Erigena coloca la
Mente en la cima de la escala de la realidad, la coloca fuera del espacio y
fuera del tiempo.
A la manera
científica nosotros colocamos todas las causas
originales en un tiempo lejano.
Con nuestra manera
ordinaria de pensar, no podemos comprender cómo hemos de considerar las causas
de otro modo, pues nuestras ideas naturales surgen de nuestra experiencia del
espacio y del tiempo.
Habitamos un mundo de
tiempo que pasa, un mundo que es de momento a momento, un mundo de opuestos,
de contradicciones y, por así decirlo, de medias verdades.
Al verano le sigue el
invierno, a la guerra le sigue la paz, etc., y estos opuestos se encuentran
separados por el tiempo.
Lo que llamamos
nuestra razón pasiva argumenta
en base al tiempo y al espacio como les conocemos.
Trata de explicarlo
todo sobre esta base.
Pero al estudiar
sistemas como el de Erigena, hallamos que nuestro espacio y nuestro tiempo son
condiciones particulares a que
todos los mortales están sujetos.
En breve, únicamente
conocemos una realidad limitada que se caracteriza por su paso en el tiempo.
De esta suerte, se
nos indica que la causa fundamental y original de todas las cosas no se
encuentra en un millón de años atrás; se encuentra fuera del tiempo, se encuentra Ahora.
Erigena deriva
ciertas conclusiones de la escala del mundo en la que basa todo su sistema.
Lo que se encuentra
en un nivel inferior no puede comprender a un nivel superior, pero puede ser
plenamente comprendido y entendido por lo superior, y puede hallar su completo
significado únicamente cuando trata de penetrar la realidad que yace sobre él.
El ser consciente del
hombre es capaz de ascender en esta escala.
Ya que esta escala se
da como una representación de la verdadera estructura del universo, se nos
indica que todo mantiene cierta relación con todo lo demás.
Hallamos esta misma
idea en la escala Pitagórica de las proporciones armónicas.
Por experiencia
directa sabemos, hasta cierto punto, que nada vive de sí mismo.
Podemos percibir que
nuestra vitalidad emana de la energía del sol, que obra sobre las diminutas máquinas
solares en las hojas de las plantas y en los organismos que flotan sobre la
superficie del mar.
Y construyen de la
luz, del aire, del agua, de los minerales, el alimento que mantiene la vida
orgánica en general.
En este sentido,
dependemos de que lo que es perceptiblemente lo menor para nuestra existencia
física.
El sol, el hombre y
la célula están conectados.
Pero cada uno es de
un orden diferente.
El sol es un cuerpo
de una vasta energía y, cuya temperatura interior es de cuarenta millones de
grados.
La célula es el
microscópico elemento acuoso de la vida, y de ella se construye todo tejido
vivo.
Existimos en un universo de relaciones en el que todo
está sometido a un orden; de suerte que el todo, la totalidad, constituye una
unidad.
En sí mismo, este
orden es real.
Hallamos orden en el
átomo, en el número limitado de posibles órbitas que rodean el protón central.
Encontramos orden en
la constitución del cuerpo humano, en la interrelación de sus órganos, en la
integración de su sistema nervioso.
Encontramos orden en
el mundo estelar y planetario.
No solamente hallamos
cargas positiva y negativa en la electricidad y acción y reacción, sino un
tercer principio: orden.
Ya que todo está
proporcionalmente unido en una común entidad de orden, el universo de Erigena
está conectado por todos lados.
Lo inferior está
comprendido en lo superior, y es relativamente menos real que lo superior.
Todas las cosas son reales, pero relativamente menos reales que lo que
hay sobre ellas.
Por cuanto el hombre
es un pequeño universo en si mismo, esta escala de relativa realidad también
existe en él, hasta cierto punto, de suerte que pueda llegar a ser más real,
puede lograr una existencia más plena, ascendiendo por ella en sí mismo.
'El efecto de este esquema es hacer que el mundo sea un complejo
sistema de grados de realidad dentro del cual cada cosa es, desde un punto de
vista, real y existente; y, desde otro punto de vista, irreal y no-existente...
La existencia inferior es irreal en comparación con la superior, a
través de todo el universo...
A menos que la totalidad de las cosas sea una masa desconectada de
particularidades, y, por tanto, no sea un universo en forma alguna, es
imposible pensar acerca de cada cosa como si estuviesen todas en el mismo
plano de realidad...
Podemos asegurar la realidad relativa de cada hecho, y a la vez la
realidad absoluta del universo, como un sistema racional, cada vez que
afirmamos que las múltiples apariencias del mundo corresponden a órdenes
sucesivos de realidad'. (HENRY BETT: JOANNES SCOTUS ERIGENA)
Maurice Nicoll
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