miércoles, 11 de febrero de 2015

ESPECTADOR DEL TIEMPO

ESPECTADOR DEL TIEMPO

Platón dice que el mejor remedio para la mezquindad del alma es convertirse en un espectador del Tiempo.

Vivimos en una realidad muy estrecha, en una realidad que, por una parte está condicionada a las for­mas de nuestra percepción, y que, por otra, es solamente el producto de las opiniones ajenas que hemos adquirido o tomado en préstamo, y a las cuales sometemos toda nuestra estimación.

Luchamos en defensa de esas opiniones, y no porque creamos en ellas, sino porque ellas involu­cran el sentimiento ordinario de lo que uno es.

Y aun cuando continua­mente sufrimos, debido a la estrechez de esta realidad en que moramos, solemos culpar de ello a la vida, sin advertir la necesidad de hallar puntos de vista completamente nuevos.

Todas las ideas que tienen un poder transformador cambian nues­tro sentido de la “realidad”.

Obran como fermentos.

Pero nos conducen necesariamente a una afirmación.

Ver con más amplitud, más comprensivamente, requiere una afirmación, requiere que uno sienta la existen­cia de una nueva verdad.

Si este sentido de la verdad yace enterrado en nosotros mismos, preciso es admitir que, contra él, lucha mucha super­ficialidad.

Siempre es más fácil negar que afirmar.

Una de las razones de este hecho es que llevamos el alma volcada hacia los sentidos, en tanto que las ideas se perciben internamente, como algo muy distinto de aquel fluir de las cosas externas que nos penetran de continuo.

Y si uno carece del sentimiento de la separatividad de la propia existencia, si uno carece del sentido de la invisibilidad esencial de si mismo, y si no hace ningún esfuerzo en este sentido, pocas probabilidades tendrá de darse cuenta de que ellas existen.

PLATÓN habla de dos dioses o poderes gobernantes, uno externo y el otro interno.

Bajo el po­der del externo, EL ALMA vive azotada en todas las direcciones y parece un borracho.

Al volcarse hacia el mundo de las ideas comienza a sanar y a recordar.

En las páginas que siguen, hemos reunido un número de citas, apun­tes y observaciones que se refieren principalmente a lo invisible de las cosas.

¿Cómo podremos comenzar a entender lo invisible?

Esta obra trata acerca de la naturaleza invisible del hombre y del correspondiente as­pecto invisible del mundo; lo trata desde el punto de vista de las di­mensiones (no en el sentido matemático), y también desde el punto de vista de los niveles superiores de conciencia que le son relativos.

Dis­cute la cuestión de un nuevo entendimiento del tiempo y de lo que LA VIDA significa a la luz de este entendimiento.

En este asunto entra la posibilidad de un cambio en el sentido del tiempo, junto con un cambio en el sentir de sí mismo.

Considera el significado de la eternidad, sobre la cual tenemos muchas nociones erradas; finalmente, estudia la idea de la recurrencia de la vida.

Es menester acercarse a estas ideas comenzando con una revisión de la "noción de las cosas" que tenemos ordinariamente, de aquella no­ción derivada del mundo que nos muestran los sentidos.

Y por este moti­vo es necesario que, ante todo, hagamos algunas reflexiones acerca del aspecto visible e invisible de las gentes.

Maurice Nicoll





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