ESPECTADOR DEL TIEMPO
Platón dice que el
mejor remedio para la mezquindad del alma es convertirse en un espectador del
Tiempo.
Vivimos en una
realidad muy estrecha, en una realidad que, por una parte está condicionada a
las formas de nuestra percepción, y que, por otra, es solamente el producto de
las opiniones ajenas que hemos adquirido o tomado en préstamo, y a las cuales
sometemos toda nuestra estimación.
Luchamos en defensa
de esas opiniones, y no porque creamos en ellas, sino porque ellas involucran
el sentimiento ordinario de lo que uno es.
Y aun cuando continuamente
sufrimos, debido a la estrechez de esta realidad en que moramos, solemos culpar
de ello a la vida, sin advertir la necesidad de hallar puntos de vista
completamente nuevos.
Todas
las ideas que tienen un poder transformador cambian nuestro sentido de la
“realidad”.
Obran
como fermentos.
Pero
nos conducen necesariamente a una afirmación.
Ver
con más amplitud, más comprensivamente, requiere una afirmación, requiere que
uno sienta la existencia de una nueva verdad.
Si
este sentido de la verdad yace enterrado en nosotros mismos, preciso es admitir
que, contra él, lucha mucha superficialidad.
Siempre
es más fácil negar que afirmar.
Una de las razones de
este hecho es que llevamos el alma volcada hacia los sentidos, en tanto que las
ideas se perciben internamente, como algo muy distinto de aquel fluir de las
cosas externas que nos penetran de continuo.
Y si uno carece del
sentimiento de la separatividad de la propia existencia, si uno carece del
sentido de la invisibilidad esencial de si mismo, y si no hace ningún esfuerzo
en este sentido, pocas probabilidades tendrá de darse cuenta de que ellas
existen.
PLATÓN habla de dos
dioses o poderes gobernantes, uno externo y el otro interno.
Bajo el poder del
externo, EL ALMA vive azotada en todas las direcciones y parece un borracho.
Al volcarse hacia el
mundo de las ideas comienza a sanar y a recordar.
En las páginas que
siguen, hemos reunido un número de citas, apuntes y observaciones que se
refieren principalmente a lo invisible
de las cosas.
¿Cómo podremos
comenzar a entender lo invisible?
Esta obra trata
acerca de la naturaleza invisible del hombre y del correspondiente aspecto
invisible del mundo; lo trata desde el punto de vista de las dimensiones (no en el sentido
matemático), y también desde el punto de vista de los niveles superiores de conciencia que le son relativos.
Discute la cuestión
de un nuevo entendimiento del tiempo y de lo que LA VIDA significa a la luz de este entendimiento.
En este asunto entra
la posibilidad de un cambio en el sentido del tiempo, junto con un cambio en el
sentir de sí mismo.
Considera el
significado de la eternidad,
sobre la cual tenemos muchas nociones erradas; finalmente, estudia la idea de
la recurrencia de la vida.
Es menester acercarse
a estas ideas comenzando con una revisión de la "noción de las cosas"
que tenemos ordinariamente, de aquella noción derivada del mundo que nos
muestran los sentidos.
Y por este motivo es
necesario que, ante todo, hagamos algunas reflexiones acerca del aspecto
visible e invisible de las gentes.
Maurice Nicoll
No hay comentarios:
Publicar un comentario