LA CONCIENCIA Y EL
CONOCIMIENTO
Con relación a lo que
aprendía durante mis experimentos, especialmente sobre el aumento de la
posibilidad del conocimiento, llegué a conocer mucho que era extraño y que no
se encontraba dentro de ninguna teoría que hubiera yo sabido antes.
La conciencia que se
ponía en comunicación conmigo por medio de los jeroglíficos móviles daba una
gran importancia a esta cuestión y trataba de dejar marcada en mi mente, quizá
más que cualquiera otra cosa, lo que se refería a esta cuestión, es decir, a
los métodos de conocimiento.
Quiero decir que los
jeroglíficos me explicaban que además del conocimiento ordinario basado en la
evidencia de los órganos de los sentidos, en el cálculo o en el pensar lógico
hay otros tres conocimientos o facultades
de conocimiento, que se diferencian uno de otro y del conocimiento
ordinario, no en grado, no en forma, no en realidad, sino en su misma
naturaleza, como fenómenos de un orden totalmente diferente que no pueden ser
medidos por la misma medida.
En nuestro lenguaje
llamamos a estos tres fenómenos juntos, en donde reconocemos su existencia,
conocimiento intensificado, es decir, admitimos su diferencia del conocimiento
ordinario, pero no comprendemos su diferencia recíproca.
Esto, según los
jeroglíficos, es el factor principal que nos impide comprender correctamente
nuestra relación con el mundo.
Antes de tratar de
definir las “tres clases de conocimiento” debo señalar que la comunicación
acerca de las formas de conocimiento siempre daba principio con alguna pregunta
mía que no tenía ninguna relación definida con los problemas del conocimiento,
sino que evidentemente iba en contra en alguna forma de las leyes del
conocimiento que nos eran desconocidas a nosotros.
Por ejemplo, esto
sucedía casi siempre cuando del dominio de las cuestiones abstractas trataba yo
de pasar a los fenómenos concretos, haciendo preguntas acerca de personas vivas
o de cosas reales, o acerca de mi mismo en el pasado, en el presente o en el
futuro.
En esos casos recibía
yo la respuesta de que lo que quería yo saber podría saberse por tres maneras o
de que, hablando en general, había tres vías de conocimiento, además por
supuesto de la vía ordinaria de conocimiento con el auxilio de los órganos de
los sentidos, del cálculo y del pensar lógico, que no se incluía dentro de la
pregunta, y cuyos limites se suponía que se conocían.
Aún más, generalmente
seguía una descripción de las características y de las propiedades de cada vía.
Era como si alguien
ansioso de darme las ideas correctas de las cosas encontrara particularmente
importante que comprendiera yo esto
correctamente.
Trataré de exponer lo
más exactamente posible todo lo que se refiere a esta cuestión.
Pero dudo que pueda
conseguir expresar plenamente incluso lo que yo mismo entiendo.
La primera forma de conocimiento es el
conocimiento en una forma no común, como por medio de una visión interna, de
todo lo que se refiere a las cosas y a los hechos con los que yo me encuentro
directamente relacionado y en los que yo estoy directa y personalmente interesado.
Por ejemplo, conozco
algo que debe en el futuro cercano sucederme a mí o sucederle a alguien
íntimamente relacionado conmigo, y si llego al conocimiento de esto no en la
forma ordinaria sino por medio de la visión interna, esto sería conocimiento de
esa clase.
Si sé que un barco en
el que tendré que viajar naufragará, o si sé que en cierto día un serio peligro
amenazará a alguno de mis amigos, y si sé que tomando ciertas providencias
puedo conjurar el peligro, éste será conocimiento de la primera clase o el primer conocimiento.
El interés personal
constituye una condición necesaria de este conocimiento.
El interés personal
relaciona al hombre en cierta forma con las cosas y los sucesos y lo coloca en
posibilidad de ocupar en relación con ellos una determinada “posición de
conocimiento”.
El interés personal,
esto es, la presencia de la persona interesada, es casi una condición
necesaria para “decir la fortuna”, para la “clarividencia”, para la “predicción
del futuro”; sin el interés personal estas cosas son casi imposibles.
El segundo conocimiento es también
conocimiento de las cosas y de los hechos ordinarios de nuestra vida, para
llegar al conocimiento de los cuales no tenemos medios ordinarios —exactamente
como en el primer caso— pero con los que nada nos relaciona personalmente.
Si sé que un barco
habrá de naufragar, y en cuyo destino no me encuentro personalmente interesado
en ninguna forma, y en el cual ni yo ni ninguno de mis amigos habremos de
viajar; si sé lo que pasa en la casa de mi vecino, pero que no tiene ninguna
relación conmigo; si llegó al conocimiento seguro de quiénes fueron en realidad
las personas a quienes se considera enigmas históricos, como el Hombre de la
Máscara de Hierro, o Demetrio el Pretendiente o el Conde de Saint-Germain, o
si sé el futuro o el pasado de alguien, que tampoco tenga ninguna relación
conmigo, ésta será la segunda clase de conocimiento.
La segunda clase de
conocimiento es la más difícil, y es casi imposible, porque si un hombre,
accidentalmente o con el auxilio de medios o métodos especiales, supiera más
de lo que otras gentes pueden saber, estaría seguramente en posibilidad de
llegar a sus conocimientos por la primera forma.
La segunda clase de
conocimiento contiene algo ilegal.
Es “mágica” en el
pleno sentido de la palabra.
La primera y la
tercera formas de conocimiento en comparación con la segunda parecen simples y
naturales, aun cuando la primera forma, basada en la aprehensión emocional, en
el presentimiento o en el deseo de alguna clase, parece un truco psicológico; y
la tercera forma parece ser la continuación del conocimiento ordinario, pero
sobre nuevas normas y nuevos principios.
El tercer conocimiento es el conocimiento
basado en el conocimiento del mecanismo de todo lo existente.
Conociendo todo el
mecanismo y conociendo todas las relaciones de las partes separadas, es fácil
llegar a los más pequeños detalles y determinar con absoluta precisión todo lo
que se relaciona con estos detalles.
El tercer
conocimiento es el conocimiento basado en el cálculo.
Todo puede ser
calculado.
Si se conoce el
mecanismo de todo es posible calcular qué clase de tiempo habrá dentro del
periodo de un mes o dentro del periodo de un año; será posible calcular el día
y la hora de todo lo que sucede.
Sería posible
calcular el significado y el sentido de todos los pequeños hechos que ocurren.
La dificultad de la
tercera forma de conocimiento estriba, primero, en la necesidad de conocer el
mecanismo entero para el conocimiento de las cosas más pequeñas y, segundo, en
la necesidad de poner en movimiento toda la colosal máquina del conocimiento
para llegar al conocimiento de algo pequeño e insignificante.
Esto es a grandes
rasgos lo que “aprendí” o “comprendí” en relación con las tres clases de
conocimiento.
Veo claramente que en
esta descripción la idea está comunicada inadecuadamente; muchas cosas, probablemente
las más importantes, se han ido de mi memoria hace mucho tiempo.
Esto es verdad no
sólo en relación con el problema del conocimiento, sino, en general, en
relación con todo lo que se ha escrito aquí acerca de mis experimentos.
Todas estas
descripciones deben tomarse con mucho cuidado, en el entendimiento de que en la
descripción, el noventa y nueve por ciento de lo que fue sentido y comprendido
durante los experimentos se ha perdido.
Ouspensky
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